Dilemas.

En mi mente podía escuchar las olas romperse, la amenazadora brisa del mar advirtiendo que me la iba a jugar el agua, Poseidón.
Sin embargo, no escuchaba nada. Podía oír su respiración entrecortada a mi derecha, con sus ojos azules apunto de bajar de la montaña rusa y sus manos ensuciandose entre la sal y la arena. Pensé que jamás la había visto de esa manera, que jamás se había descubierto tanto para mí. Quizás me equivocaba, y en realidad solo actuaba. Porque eso es lo que hacen las actrices.
Poseidon me susurraba que apagara su móvil, que olvidará ese strong que tanto repetía y que dejara de mentirme a mi misma. Que lo estaba viendo todo demasiado blanco, cuando en realidad era grisáceo de un día nublado.

No quise escuchar, e hice bien.

Muchas veces sabemos que nos equivocamos. Que son las cordoneras y no las piedras con las que creemos tropezar, que hace frío y no hemos salido con abrigo. Y sabemos que nos caeremos, y que cogeremos un resfriado.
Pero nos da igual. Seguimos andando, y lo hacemos por propia voluntad.
A veces nos mentimos a nosotros mismos, sabiendo que el día será un poquito más blanco si lo hacemos.

¿Hice bien?